¿Por qué siento miedo?
El miedo es una emoción básica y natural del ser humano, cumple una función importante e indispensable para la supervivencia, literalmente, le ha salvado la vida a la humanidad.
Es una reacción de alerta ante un peligro que puede ser real o imaginario, y además, para complicarlo todo un poco, puede ser algo del presente, del futuro, del pasado e incluso algo completamente imposible.
Si el peligro es real y es algo del presente, bendito miedo, corre, huye, lucha, prepárate para lo que haga falta, con toda la energía de tu cuerpo disponible para ello.
Un estrés fisiológico muy necesario para afrontar la vida.
Cuando el peligro no es real o está fuera del presente… no puedes hacer mucho más que pensarlo, sentirlo e intentar controlarlo. Esto limita bastante la vida presente por lo que sería bueno observarlo, aprender a manejarlo y resolverlo.
Un miedo sostenido en el tiempo se puede convertir en ansiedad crónica, estado de alerta como forma de vida.
Debemos tener en cuenta que hay un miedo biológico intrínseco al cuerpo humano, adaptativo, orientado a la supervivencia y defensa, de corta duración, aparece, actúa en consecuencia y desaparece.
Pero hay otro montón de miedos no adaptativos que han sido aprendidos de diversas formas a lo largo de la vida (los vemos más adelante)
La buena noticia es que si hemos aprendido a tener miedo a algo, también podemos aprender a no tenerlo.
Qué encontrarás en este artículo:
Te recomiendo que tengas a mano algo para apuntar tus ideas, todos mis artículos tienen preguntas que pueden ayudarte a conocerte más, a atar cabos, a darte cuenta de cosas, a descubrir posibilidades…
Mientras lees tu mente va a recordar y a generar ideas propias, si no las apuntas, probablemente se pierda en el olvido.
Hasta la próxima oportunidad de ser recordado.
1. ¿Cómo funciona el miedo?
El miedo es una de las emociones básicas y naturales del ser humano.
Se relaciona con la sorpresa, incluso algunos autores asumen que es la misma emoción básica en distinta intensidad, con distinta interpretación y valoración (aquí ya entra la mente subjetiva). Esto explicaría porqué hay personas a las que no les gustan nada las sorpresas aunque sean cosas buenas, como por ejemplo, una fiesta sorpresa de cumpleaños.
Que la sorpresa se convierta en miedo va a depender del nivel de activación fisiológica que se siente y del significado que le des a la situación. Puede pasar de algo agradable a desagradable en unos instantes.
Aquí la historia personal juega un papel importante.
(Si ya te ha venido a la cabeza algún miedo tuyo recurrente, apúntalo en tu cuaderno, móvil, ordenador… donde sea que tomas notas)
Distintos niveles donde actúa el miedo:
Piensa en tu miedo, el que has anotado, según avanzas por los distintos niveles
Nivel neuronal: el cerebro
El miedo se activa en la amígdala, sistema límbico, encargado de la regulación emocional y funciones de conservación del organismo. Lo interesante aquí es que la amígdala responde de forma autónoma, antes de que te dé tiempo a pensarlo o darte cuenta racionalmente de que tienes miedo.
Nivel físico: el cuerpo
La sorpresa inicial arranca con una sensación de tensión física, algo nos impacta de repente y los músculos del cuerpo se tensan, abrimos más los ojos, levantamos las cejas, puede que también abras la boca, contengas la respiración y sobre todo, te concentras plenamente en el objeto que te ha impactado.
Ya estamos alerta.
Si la activación se prolonga en el tiempo se pueden dar sensaciones desagradables a nivel fisiológico, como aceleración del ritmo cardiaco, respirar con dificultad, temblor de piernas y manos, sudoración, bloqueos, tics, palidez del rostro, cambio de la temperatura corporal, que se pongan los pelos de punta…
Además se detiene el sistema inmunitario, el digestivo… todo lo que en ese momento se considera no esencial, para poder enfocar toda la energía (adrenalina) a resolver el problema que plantea el miedo.
Nivel cognitivo: el pensamiento
El cerebro, ante la sorpresa, empieza a evaluar las mil posibilidades a la velocidad de la luz, con la información disponible de distintas fuentes; experiencias pasadas, sensaciones físicas, percepciones, recuerdos de cosas leídas, pelis, historias escuchadas… todo lo que pueda encontrar en el almacén relacionado con el tema en cuestión, para generar argumentos e imágenes mentales sobre ello.
- Si predecimos algo que podría ser placentero o bonito, pasamos a la celebración…alegría.
- Si predecimos un mínimo de peligro posible, pasamos a la preocupación… miedo.
En ambos casos hay niveles de intensidad que pueden llegar a ser insostenibles, podemos terminar llorando y temblando, sintiendo que no podemos sostener TANTO impacto emocional en el cuerpo.
Sí, la alegría y el amor también pueden desbordar hasta colapsar el cuerpo pero esto es para otro artículo.
Seguimos con miedo.
A nivel conductual: respuesta.
Las variaciones son amplias, cada persona en su estilo y nivel de intensidad pero siempre con el objetivo de evitar el objeto de miedo con respuestas de huida, lucha, bloqueo o llanto (colapso).
¿Puedes identificar alguna evidencia de tu miedo en cada nivel? ¡Apúntalos!
2. Tipos de miedos
Lo que más teme el ser humano es caerse de grandes alturas, a los animales peligrosos o insectos, al dolor físico y enfermedades, a grandes aglomeraciones, a hablar en público, a los espacios estrechos, a la violencia, humillación, abandono, rechazo, soledad, exclusión…
Clasificación general:
- Miedo real: surge por una situación que realmente supone un peligro, es adaptativo, te lleva a evitar el peligro de manera inmediata, y a veces incluso inconscientemente.
- Miedo irracional: Surge de un pensamiento imaginario o una distorsión de la realidad. No son adaptativos, porque en realidad no existe un peligro real, al contrario, pueden limitar la vida en el presente por ecos del pasado o situaciones que hace siglos no suceden más.
- Miedo adaptativo: cuando algo puede ser dañino, te pone en estado de alerta, tiene corta duración, no interfiere con la normalidad en la vida cotidiana.
- Miedo patológico. Se activa aunque no haya peligro y puede alargarse mucho en el tiempo. Interfiere en tu vida cotidiana, produce malestar psicológico a quien lo padece y en ocasiones también a las personas que le rodean por sus efectos en la conducta social. Si estás en una situación así, busca ayuda.
Como vemos hay muchos miedos que NO tienen un peligro real asociado, miedos aprendidos o condicionados e incluso miedos que no tienen una realidad presente que los justifique pero sea como sea, real o imaginario, no deja de ser miedo.
Para la persona que lo sufre es un miedo completamente presente y sentido en el cuerpo por lo que debe ser tratado como tal, con la importancia que requiere.
Cuando indagamos profundo casi todos los miedos proceden de el miedo raíz, el miedo a la muerte, lógico si tenemos en cuenta que la función principal del miedo es la supervivencia de la especie.
Recién llegados al mundo, los miedos son básicos relacionados con necesidades biológicas como por ejemplo que falte alimento, ruidos fuertes, gritos. Enfocados en preservar su vida.
Más adelante, miedo a la oscuridad, violencia, que te quiten tus cosas, territorio… los adultos enfadados… Enfocados en la convivencia con otras personas.
Luego, conforme aprendemos a vivir en sociedad, aparecen otros como por ejemplo, el miedo a no formar parte del grupo, que no te quieran, a quedarte solo… Enfocados en la pertenencia al clan.
Y en estos miedos de base descansan otros miedos muy comunes en la humanidad, miedo a hablar en público, miedo a mostrar tus diferencias o rarezas, miedo al rechazo o humillación pública, miedo a amar demasiado y que duela…
Miedo a la responsabilidad de la propia libertad.
Es probable que muchos de estos miedos se hayan ido forjando durante la historia de la humanidad, desde nuestros ancestros y se hayan heredado generación tras generación.
También algunos de estos miedos disminuyen con la edad quizás por la cantidad de exposiciones sin consecuencia (excesivamente) negativa.
Aprendemos por repetición que no es tan grave como creíamos.
¿Se te ocurre algún miedo que tenías antes pero ya no te preocupa? ¿Desde cuándo? ¿Cómo lo superaste?
3. Adquisición de miedos
Para facilitar esta sección voy a poner ejemplos con el amor, que a todos nos ha dolido y asustado alguna vez, y así nos entendemos mejor.
Te recomiendo que sigas apuntando las ideas y recuerdos que surjan por tu mente mientras lees.
Por experiencia personal:
A lo largo de la vida nos van pasando cosas que nos duelen y guardamos en la memoria las ideas que nos hacemos al respecto, sobre todo para intentar evitar que pase otra vez.
Cuando en un evento particular hay mucho dolor es probable que editemos la historia con mucha emocionalidad y poca realidad, no conseguimos comprender bien lo que pasó, no lo procesamos y expandimos el motivo del miedo a un área grande de la realidad para protegernos “por si acaso”.
Así funciona el trauma, un tema complejo de resolver porque puede llegar a generar un miedo irracional a muchas cosas (expandido) sustentado en las bases de una experiencia horrible que fue muy real e intensa.
Como un hombre me hizo daño generalizar que todos lo harán y el cuerpo reacciona en consecuencia, con mucho miedo, con todos los hombres que se acerquen a mi.
Por condicionamiento
Hemos asociado algo a una sensación desagradable por habernos expuesto repetidamente a esta situación seguida de malestar.
Cuando hay mucho amor terminas sufriendo, son las personas que más te quieren las que mejor saben dar donde duele, mejor no sentir amor, mejor querer con distancia.
Estos dos eventos, amor y sufrimiento, se dan tan seguidos que incluso se llega a pensar que son la misma cosa, que el amor duele o llegando a pensar incluso, que si no sufres no amas… Nada más lejos de la realidad, el amor no duele, lo que duele es otra cosa; el rechazo, el desencuentro, la mentira, el desamor.
Por aprendizaje vicario
Fui testigo de algo malo que le paso a alguien, escuche la historia, lo vi en una peli, lo leí por ahí… (Aquí los medios de comunicación juegan un papel crucial, pero esto mejor en otro artículo)
Tengo varios amigos que han tenido que dejar su casa y han sido distanciados de sus hijos tras el divorcio, mejor no casarse, mejor cada uno en su casa, mejor no tener hijos… las mujeres pueden ser muy malas.
Por memorias inconscientes (puede que incluso transmitidas genéticamente)
Hay cada vez más evidencia de que heredamos miedos de nuestros ancestros, por ejemplo, a la escasez que provocó la guerra en nuestros abuelos, la violencia de esa época, la caza de brujas si hablas de magia o cosas que no se ven… Incluso se habla de miedos prehistóricos como por ejemplo a animales que ya no existen más o que es imposible encontrarlos en tu ciudad, a situaciones que sabemos de sobra que son muy improbables en nuestra realidad actual como por ejemplo morir de una gripe.
Mediante la socialización.
Aprendiendo las normas básicas de tu comunidad, absorbiendo (por inmersión) los miedos que tengan tus cuidadores o personas adultas de referencia.
Hay muchas reglas que debemos cumplir para pertenecer donde se aplica esa coerción, o haces tal cosa o te rechazan o echan del clan. Esta es una presión que no se realiza conscientemente pero que está presente todo el tiempo, principalmente en la familia.
La presión será más fuerte en la adolescencia cuando empezamos a pertenecer a grupos de iguales en los que surgen normas de pertenencia que hay que cumplir si no quieres quedarte fuera o ser el raro.
A través de la cultura
Cuentos populares, creencias místicas o religiosas, leyendas, historias contadas…
Sistema educativo, jurídico, penal… todos regulados mediante el miedo a la consecuencia que habrá si no cumples los mandatos establecidos.
Durante toda la historia de la humanidad se ha utilizado el miedo como herramienta de control social, para mantener la homogeneidad y un orden social que pueda predecirse, medirse y poder así, dirigir a la población en una dirección común.
Una persona con miedo es influenciable, luego toda una población con miedo también, mucho más fácil de dirigir.
Sobre la ingeniería social y los medios (miedos) de comunicación de masas hablaré en otro momento.
4. Consecuencias del miedo sostenido en el tiempo
Cuando hay miedo la atención se queda fija, el lóbulo frontal, encargado de mover la atención de una cosa a otra se desactiva, por eso no puedes pensar en otra cosa.
Además de la incapacidad de cambiar de tema a voluntad, hay también una sensación de no poder pensar con claridad, los pensamientos son pensamientos circulares, en bucle, que no llegan a resolver ni añaden nueva información.
Se repiten argumentos prácticamente iguales, una y otra vez.
Te enfoca en El tema de forma automática, no es decisión consciente, interpreta que es algo urgente de resolver y pone ahí todos los recursos, tanto que es probable que dejes de ver de todo lo demás que rodea la situación.
Y ojo porque urgente SI es, lo malo es que a veces, esa misma activación intensa nos impide dar con la solución y se estanca como tema recurrente sin resolver.
Por eso se habla tanto de que el miedo es limitante, porque te reduce el foco a una parte pequeña del mundo.
Eso que asusta es todo lo que existe en el horizonte y el cerebro elabora una visión de la realidad limitada donde toda la predicción del futuro es preocupante.
La mente es una herramienta muy creativa y en estos momentos te ofrece una película con guion de terror, catastrófico, con un final abrumador, humillante, vergonzoso, triste o doloroso.
Y probablemente falsa, es decir, que no sucederá nunca como maginas.
¿Te ha pasado? ¿Recuerdas alguno en concreto?
La retroalimentación del miedo
Cuando sentimos todas las sensaciones físicas de tensión de las que hablé antes, empezamos a percibir claramente todos esos síntomas en el cuerpo y el cerebro lo interpreta como una confirmación del peligro, y responde aumentando el miedo y la alerta, que provoca más miedo y así sucesivamente en aumento pudiendo llegar a reacciones desproporcionadas o irracionales como fobias, ansiedad o ataques de pánico.
Esto inhabilita de diversas formas, parálisis, huir, pelear, aislamiento, enfermedades…
Con otra última consecuencia que puede aparecer más tarde, la culpa o vergüenza si en uno de esos episodios terminamos haciendo algo que, una vez reducimos la activación del cuerpo, no nos parece del todo bien ni razonable.
Quizás incluso nos demos cuenta que fue contraproducente.
Si has tenido alguna de estas experiencias no estás sola, a todos nos ha pasado alguna vez, toma conciencia de ello, no te juzgues y empieza a buscar cómo darle solución. Si necesitas ayuda, contáctame.
5. Humanizar el miedo
El miedo es necesario y adaptativo, una función natural del ser humano para sobrevivir en un mundo que es bastante hostil, lleno de complicaciones, desafíos y sorpresas.
Hay situaciones que nos van a provocar miedos enormes en un área concreta de la vida, se van a quedar recurrentes y vamos a necesitar procesos largos para volver a regular el sistema nervioso, buscar ayuda e ir haciendo aproximaciones lentas al objeto de miedo…
En definitiva, vamos a tener que hacer planes de afrontamiento consciente.
Estas situaciones saltan a la vista porque son muy evidentes, sin embargo, hay otras mucho más sutiles, difíciles de detectar pero que están condicionando tu vida diaria en micro-decisiones que van a ir determinando tu estado de ánimo y satisfacción con la vida.
Por ejemplo, siempre que hacemos algo diferente, algo que no solemos hacer, hay un poco de miedo, (no se libra nadie).
Porque lo nuevo es desconocido, no podemos predecir qué pasará, no podemos controlar ni planear con criterio y por tanto, necesitamos estar alerta para ir decidiendo qué hacer según vayamos descubriendo, (futuro).
Cuando hacemos algo por primera vez, cuando vamos a un lugar donde no hemos estado nunca, cuando vamos a hacer algo con gente nueva, cuando empiezas un trabajo, cuando arrancas un proyecto personal, una nueva relación… cuando algo surge de repente y no lo viste venir, cuando las cosas cambian de golpe, cuando pierdes a alguna persona, … cuando las circunstancias de la vida lo ponen todo patas arriba…cuando tienes que hablar de sentimientos profundos o mostrarte vulnerable…
También cuando te propones cambiar cosas de forma voluntaria.
Más aún cuando esas cosas van a cambiar tu forma de ser, tu imagen o tu identidad personal que tantos años te ha llevado forjar.
En este nivel básico y manejable del miedo surgen un montón de autoengaños cuyo origen es el miedo sutil. Situaciones perfectamente manejables que están limitando la vida y tus decisiones, sin darnos cuenta que es miedo porque no hay una activación física excesiva.
Como la mente es tan maravillosa vamos a ser capaces de justificar las MINI parálisis, huida o ataque con muy buenos argumentos de tal forma que no parezcan fruto del miedo inconsciente, sino que estamos tomando decisiones propias.
Pueden ser recurrentes y retumbar en la cabeza durante semanas, meses e incluso en algunos casos años, limitando tu experiencia vital porque ocupan espacio en tu pensamiento pero nunca los externalizas, no los llevas a cabo, no accionas ni confirmas el resultado en la realidad compartida (Ojo, en tu realidad individual si están activos)
Aquí algunos ejemplos:
- Me muero de ganas de volver a hablar con esa persona pero nunca le llamo o escribo porque no me gusta hablar por teléfono. Además, que llame ella, si realmente le caigo bien me llamará.
- Se que debería disculparme pero no encuentro las palabras ni el momento, además, él está siempre ocupado, no va a servir de nada… No hace falta que le recuerde las cosas, después de todo lo que hemos vivido, ya debería saber que le quiero.
- Odio ese tipo de fiesta o evento, no lo paso nada bien pero ¿Cómo le voy a decir que no? Tengo que ir, me ha invitado porque le importo y además, ya acepté, yo soy persona de palabra.
- Me cansa escuchar a mi amiga hablando siempre de lo mismo en bucle, pero no se lo digo, porque la quiero mucho y las amigas se tienen que apoyar siempre. Para eso estamos.
- Me encanta el nuevo vestido rojo pero ¿Cuándo me lo pongo? Cuando llegue una buena ocasión lo estrenaré porque es un vestido muy especial solo para momentos especiales.
- Tengo algo que quisiera comunicar al mundo, pero no me atrevo a grabar/ escribir/ publicar, debo ser un poco egocéntrica, ¿quién va a querer oír mis ideas? con tanta gente que hay ya por ahí explicando genial este tema.
- Cada noche imagino eso que le diré a mi jefe la próxima vez que me hable mal, reproduzco la conversación completa, con detalle, frases y palabras, incluso imagino lo que él responderá, pero nunca lo hago, porque en el trabajo hay que saber comportarse y yo soy una persona educada. Seguramente no serviría de nada, además podría perder mi puesto.
- Me imagino diciéndole a alguien que me gusta, y que yo le gusto, y que somos felices juntos pero… mejor no decir nada, no quiero estropear esta bonita amistad por una tontería.
- Me imagino viajando a países lejanos pero paso mis vacaciones siempre en el pueblo, viajar es solo para unos pocos valientes y ricos, como yo no sé idiomas… Además, mi abuela espera mi visita cada año y no quiero defraudarla.
Apuntalas, a ver si consigues pillarte a ti mismo en las excusas.
6. Usar el miedo a favor
Déjame decirte que hay otras formas de usar, de forma consciente, la energía disponible que trae el miedo, esa activación física y atención focalizada tan potente.
Podemos usarlas justamente para afrontar el objeto del miedo, para atreverte a hacer algo nuevo con ilusión y seguridad, cambiando el foco a objetivos más accesibles, proponiéndote cambios muy pequeños que lo más probable es que traigan nuevos resultados, posiblemente grandes.
Aprendiendo cómo funcionan esos síntomas físicos para poderte regular internamente y enfocarte en lo que SÍ puedes hacer, con la mente puesta en nuevas ideas constructivas y esperanzadoras, contándote películas internas un poco más reales y positivas, aprovechando la ola del miedo para cambiar cosas y que tu forma de afrontar esa misma cosa, hoy, sea algo realmente nuevo.
Todos estos miedos son algo muy normal, hemos tenido miedo durante mucho tiempo a un montón de peligros reales que quizás ya no lo son, y como dije al principio, igual que hemos adquirido miedos, también podemos quitarlos.
Si te fijas, el miedo te enfoca en lo importante, en lo que tienes que atender, te activa el cuerpo y el pensamiento para dar soluciones a problemas tuyos, te avisa: ¡Eh! ¡Está aquí! ¡Atenta!
- Te indica las cosas que más te movilizan porque te importan.
- Es detector de tus temas pendientes de resolver para poder vivir en paz.
- Indica deseos, anhelos y sueños por cumplir.
- Si observas con atención, te va a evidenciar tus talentos innatos, las mejores herramientas que tienes para afrontar la vida. (esto te lo cuento otro día)
Necesitas tener al miedo a tu lado, mejor dicho de tu lado, remando a favor.
Elige uno de tus miedos e intenta encontrar porqué es importante para ti, qué habilidades personales o deseos están relacionadas con ese miedo, para poder enfocarte en ellas la próxima vez, con una mirada distinta
7. ¿Por dónde empiezo?
Si has leído este artículo completo, enhorabuena, ya has empezado.
Si además has ido anotando y respondiendo las preguntas, mejor aún.
Para seguir en este descubrimiento y empezar a resolver miedos te animo a que dediques más tiempo a reflexionar y ampliar tus respuestas a las preguntas que hay en cada apartado. Sé honesto contigo mismo.
Apunta cosas sobre tus miedos, para identificarlos bien, saber cómo llamarlo, cómo actúan, cuándo aparecen, qué síntomas traen a tu cuerpo y de qué manera te afectan en tu vida cotidiana. Conocer esto es muy valioso, es la base para poder plantearte cambios.
Una vez tengas identificados esos miedos, porqué te importan tanto y cómo actúan en ti, proponte MICRO-cambios sencillos que puedan traer algún resultado nuevo. Se ingenioso, usa la creatividad para innovar en tus propias formas de responder a la misma cosa, puedes idear distintas opciones y probarlas, a ver cual funciona mejor para ti.
Si no consigues concretar esos micro cambios y necesitas ayuda, habla conmigo aquí o entra en mi comunidad, allí encontrarás gente que como tú, quieren cambiar cosas.

Espectacular, Elba. No tengo nada más que decir. sencillamente espectacular
Muchas gracias María! Me alegra que te guste.